Estonia – Letonia: El Umbral

¿Qué tal si regreso a casa ahora mismo, ya con 3 meses de recorrido en esta aventura en motocicleta por Europa, faltando todavía 3 meses mas? No seria lo peor, es decir, estuve en la Copa Mundial, y ese era uno de los principales objetivos. ¿Cuánto cuestan los boletos de avión de vuelta a casa? Perdería mi boleto no-reembolsable que ya adquirí para la fecha original de regreso; esta bien, puedo vivir con eso. Extraño la rutina o, ¿acaso solo extraño la comodidad que trae la rutina? Extraño a mis perros, mi familia, y tacos. Debería regresar.

Salí conduciendo de Rusia con días monótonos y lluvia intermitente; el sur de Finlandia, por donde solo pasaba brevemente, no parecía ser diferente. Ya no sentía disfrutar conducir la motocicleta, o pasar por nuevos lugares, incluso no tenia el interes por conocer a nuevas personas. Busque vuelos de vuelta a casa, no sin una sensación de culpa, como si fuera algún tipo de falla.

A final de cuentas, decidí que necesitaba algunos días para no pensar en mañana, despejar mi mente, y despues tomar una decisión. Para esto, tome el ferry de Helsinki, Finlandia hacia el otro lado del golfo en Estonia.

Llegue a Tallin, y estacioné la motocicleta por unos días, mientras erraba por el centro de la ciudad sin buscar algo en particular, ninguna atracción especifica, sin guías de viaje, nada. Solo caminar alrededor y detenerme donde me apetecía para leer un libro o solo observar a las personas, ya sea en una area de pasto con vista al pueblo, o en un café en el centro historico.

Tallin tenia una atmosfera acogedora. Era una ciudad pequeña, y los edificios angostos de la zona centro, con sus techos en punta, contribuían a una agradable caminata, sin importar en que direccion fuera. Las primeras horas de la mañana, cuando la ciudad aun dormía y los cruceros turísticos aun no llegaban al puerto, eran mis preferidas; me dejaban una plaza central vacía y las calles empedradas en forma de laberinto todas para mi.

Despues de unos días, y un animo renovado, salí de Tallin y conduje al sur, atravesando lo que parecía un bosque infinito que cubría todo el pais. En este manto verde, sin saberlo, cruzaría la frontera hacia Letonia, y llegaría hasta su capital, Riga, donde me quedaría por un par de noches. Describiría Riga de manera similar como describí a Tallin, excepto que es mas grande, mas ruidosa, y con mas personas.

Aunque es cierto que conduzco a traves de bastante naturaleza, no recuerdo la ultima vez que acampe y pase la noche bajo las estrellas. Despues de un poco de investigación, y un par de días en Riga, tracé mi rumbo hacia el Parque Natural de Pape en la costa Báltica de Letonia, justo al norte de la frontera con Lituania. Medio dia de conducir y algunos caminos de tierra, y habia llegado a la costa. Decidido a nadar para contrarrestar el clima húmedo y caliente, cuando me acerque a la playa, pensé que el clima ya no era tan calido; el agua del mar era muy fría con solo mis pies ahí dentro como termómetros.

El siguiente dia tome un paseo en bicicleta por algunos caminos que llevaban a un lago cercano, y eventualmente de regreso a la costa. Ahí, en la playa, observe el mar, y no añoraba la fría sensación que tendría al nadar en estas aguas; las contracturas musculares dada la baja temperatura, o la dificultad para expandir los pulmones, o la dilación de sumergir la cabeza bajo la superficie. Añoraba la sensación que uno tiene despues de todo esto, cuando la piel esta fría y crujiente, y los rayos del sol, tu cuerpo temblando, y una toalla, lo regresan a un equilibrio. Eso es lo que quería. Asi es que, con muchas dudas y poca determinación, caminé al mar Báltico para una sesión de nadado.

Creo fuertemente que esto es lo que necesitaba para recobrar el deseo de continuar en este viaje. No la fría experiencia de nadar en el mar, sino bajar el ritmo de viaje, pensar un poco menos, salir a la naturaleza, y estar lejos de las multitudes.

Despues me parecería interesante que esta urgencia repentina por regresar a casa vino a mi durante la marca de los 3 meses. Algo similar sucedió durante mi primer viaje en motocicleta por México y Centroamérica hace 4 años. En aquel entonces, sentía una falta de propósito e interes en continuar al sur cuando estaba en Guatemala. Sin aparente motivo, recuerdo querer regresar al norte e ir a casa, pero no lo hice, y eventualmente recobre ese deseo por seguir el trayecto. De manera curiosa, eso también sucedió durante la marca de los 3 meses. ¿Podría ser que 3 meses es el marco de tiempo que puedo mantener este estilo de vida antes de tener dudas? ¿Es este el tiempo que se requiere para llegar al umbral entre ir y no ir? De ser asi, ¿he descubierto lo que necesito para sobrellevarlo?

No recuerdo haber tomado la decisión de continuar este viaje por Europa y no regresar a casa aun. Sencillamente, deje de pensar tanto, algo que quizá debería practicar con mayor frecuencia. De cualquier manera, me alegro de continuar en esta aventura, ya que desconozco si la oportunidad se repetirá en algún futuro.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *