Rumania: “No tenemos dinero, pero tenemos vino.”

Anteriormente ya me habian advertido de la amabilidad de las personas de Rumania, pero aun asi no sabia que esperar. El dueño del pequeño restaurante, un hombre alto y pesado, se emociono de lo poco que logre comunicarle a traves de señas y una mezcla de ingles y español acerca de mi viaje hasta ahora. Mientras esperaba mi comida, me ofrecio un trago de rakija, un brandy a base de frutas, tipicamente hecho en casa, y popular en los paises de esta region. Decline con la excusa de que aun debia conducir despues de la comida, y beber alcohol no era buena idea, pero en realidad, habia tomado esta bebida cuando estuve en Croacia y no fue de mi agrado. El señor acepto mi negativa, se fue y regreso con mi comida. Antes de retirarse, una vez mas insistio que probara un trago de rakija, solo que esta vez guiño un ojo y junto sus dedos indice con el pulgar indicando que solo seria un pequeño trago. Finalmente tuve que aceptar y, de hecho, no estuvo mal. El señor estaba orgulloso al decir que este rakija era natural y casero.

Habia ingresado al pais de Rumania una hora antes, cruzando el historico rio Danubio desde Serbia. Como ya era costumbre, una que disfrutaba, planee muy poco en cuanto a rutas y puntos de interes que visitar. Sin embargo, en Rumania, la carretera Transfagarasan estaba en mi lista desde hacia mucho tiempo, y ahora me encontraba mas cerca que nunca. Para llegar a esta carretera el siguiente dia, primero debia atravesar el parque nacional Domogled que, en los mapas, sus caminos eran curvos y veia potencial para un divertido paseo. Estaba sorprendido por la cantidad de belleza verde rodeando cada curva de este parque en los montes Cárpatos. Por experiencia propia, despues me daria cuenta que los Cárpatos son unos de los montes mas interesantes para motociclistas y, en general, amantes de actividades al aire libre.

Llegue al Transfagarasan el siguiente dia y comencé en la punta sur, cerca de Curtea de Arges, con direccion al norte pasando el Lago Vidraru. En mi opinion, la mejor seccion de esta carretera es despues de la presa Vidraru, recorriendo el lago a su izquierda y altos costados de montañas a su derecha, todo esto acobijado por variedad de arboles y cascadas ocasionales. Al menos, la mejor parte de lo que logre ver, ya que despues de 80 kilometros, y 75% del camino recorrido, llegue a un cierre de carretera. El paso de la montaña estaba cerrado debido a grandes cantidades de nieve y condiciones peligrosas de la carretera. Decepcionante. Tan pronto como descubri que debia regresar, sin mucho aviso, una pesada lluvia comenzo a caer. Sin refugio, manejé algunos kilómetros hasta llegar a un túnel donde espere a que cesara el diluvio.

Me vi obligado a regresar a Curtea de Arges, desde donde subí hacia el noreste, intentando llegar a Bran. Conduciendo por las montañas Rumanas los últimos dos días, pareciera que no hay grandes carreteras con mucho trafico, sino mas bien caminos de dos carriles con el trafico al minimo, conectando aldeas y pequeños pueblos esparcidos por las colinas. Esta desviación que me vi obligado a tomar es el ejemplo perfecto; ya no llovía mas y me encontraba en un cómodo camino encima de una montaña con vista a una aldea en la parte baja. Me detuve para admirar esta bonita escena que jamás hubiese conocido de no ser por la desviación obligada.

La siguiente mañana, pensé en conducir desde Bran hacia la punta norte del Transfagarasan con dirección al sur hasta llegar al cierre de carretera desde donde regresaria por el mismo camino para despues dirigirme a Bucarest. Sin embargo, las lluvias eran eminentes esa mañana y esperar a que pasara no era opción puesto que el pronostico indicaba lluvia por los siguientes 5 días. Decidí conducir con la amenaza de lluvia, y despues de solo 20 minutos en este trayecto de 2 horas de ida y otras 2 horas de vuelta, ya conducía bajo una lluvia intensa. Una hora despues me detuve bajo el techo de una parada de autobús y reconsidere mi plan. ¿Cuándo volveré a tener la oportunidad de conducir el resto del Transfagarasan? Debo continuar. Pero, ni siquiera me siento seguro en estos caminos sencillos con baja visibilidad por la lluvia, será aun mas peligroso cuando llegue a las curvas del Transfagarasan. Debo desistir.

Fue difícil tomar la decisión de regresar, y con ello, decirle adiós al mítico camino Transfagarasan. Ciertamente era la opción menos aventurada, pero la mas segura. ¿Me estaba acobardando, o estaba siendo inteligente? Llega el momento en que la determinación se convierte en nada mas que necedad.

Al sur de los montes Cárpatos, Rumania se transformo en una tierra contrastante de vastos, cálidos y húmedos llanos de caminos rectos. En mi camino al sureste, me detuve una noche en Bucarest, una ciudad grande con un agradable centro historico lleno de bares y restaurantes; un lindo lugar para pasar una tarde o simplemente deambular sin direccion alguna.

Siempre he dicho que las personas locales tienen las mejores sugerencias de lugares a visitar. Mis anfitriones en Bucarest, Ciprian y Dominic, hablaron de un grande y hermoso lugar al aire libre en condiciones prístinas en el sureste de Rumania que llamo mi atención. El delta del Danubio. En mi itinerario a Moscú habia permitido unos días de flexibilidad precisamente por esta razón. Despues de un poco de investigación, decidí que iría a la pequeña aldea de Murghiol, a las orillas del delta, donde pasaría un par de noches.

Si bien la carretera de Bucarest a Murghiol era plana y relativamente recta, no puedo decir que fue un paseo aburrido, especialmente cuando estaba mas cerca del delta del Danubio. Muchos motociclistas estarán de acuerdo que un paseo en la carretera abierta calma la mente, la vacía del pasado y del futuro, y solo permite el ahora. Esto es justo lo que experimente mientras disfrutaba de horas de un paseo sereno a traves de campos verdes y amarillos que se extendían tan lejos como el horizonte permitía, pasando ocasionalmente por pequeñas aldeas. Una de estas aldeas era Murghiol, un lugar cálido, húmedo, y lleno de mosquitos, aunque me dicen que habrá mas bichos según progrese el verano. Me hospede en Casa Boby, donde Boby es el capitán de su bote y su esposa es una excelente cocinera. Su familia estaba de visita y fui invitado a un paseo en bote por el delta el siguiente dia.

Conducimos menos de 10 minutos al muelle, nos subimos al bote de Boby, y nos adentramos en el delta. El delta del Danubio es donde este rio se parte en varias ramificaciones justo antes de desembocar en el mar negro. Es un lugar tan grande que se necesitarían de varios días para explorar los numerosos lagos que se forman en esta region y observar las incontables especies de aves que viven en ella.

Durante el paseo, Lorent, el hijo de Boby, tradujo lo que su papa contesto cuando le plantee la siguiente pregunta: en sus mas de 50 años de vida, nacido y criado en Murghiol, ¿Como ha visto cambiar el delta en esas 5 décadas? Me alegro escuchar que el delta no ha cambiado mucho, permanece relativamente inalterado. En años recientes, la region se convirtió oficialmente en una área protegida, y ahora hay regulaciones y temporadas de pesca, pero no mas. Esto me hizo ver el valor en visitar lugares que se mantienen intactos, originales, y verlos antes de que sean modificados o sean restringidos de manera que dificulte una experiencia cercana.

Durante el paseo, nos detuvimos en la isla de Letea donde un vehiculo tipo safari nos esperaba para explorar el area. Cuentan los locales que hace muchos años alguien dejo caballos en la isla, y con el tiempo se reprodujeron, al grado que hoy dia viven caballos salvajes en las llanuras de esta isla ironicamente seca. Al final del safari, tuvimos una increible comida donde la mayoria, si no es que todo, de los alimentos en la mesa fueron proveídos por los alrededores, desde los vegetales, la sopa de pescado, el pescado frito, y hasta el vino fresco. Delicioso.

De vuelta en Murghiol, cene en uno de los pocos restaurantes del pueblo, y tuve una interesante conversacion con Forlin, el bar tender del lugar. No recuerdo el curso inicial de la conversación, pero en un momento Forlin dijo: “Aquí en Murghiol, lo tenemos todo. Cultivamos nuestros propios vegetales, tenemos pescado, y por supuesto, tenemos vino. No tenemos dinero, pero tenemos vino.” Esto ultimo me hizo cuestionar ¿que tan importante es el vino? O será, ¿qué tan importante es el dinero? En el interes de esta intrigante conversacion, le pregunte a Forlin: “A pesar de que el dinero es tan escaso, crees que las personas de Murghiol son felices?” Me encanto su respuesta. “Las personas a veces corren para acá y corren para allá por dinero. Nos olvidamos de ser felices, nos olvidamos de ser humanos, y acabamos viejos, tristes, y aun sin dinero.” me contesto. Despues me conto su propia experiencia. Forlin se habia ido a Suiza para trabajar y ganar mas dinero. “Despues de cinco años me di cuenta que no era feliz, asi que regrese a casa. Aquí no estoy a prisas, como saludable, y tengo mi vino.” concluyo.

Me gusta pensar que todos tenemos un Murghiol propio donde vivimos, y que cada dia escogemos el vino por encima de la promesa de mas dinero.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *